El sábado 29 de mayo de 2010 en la Casa de la Cultura de Santa Fe tuvo lugar este encuentro al que asistieron 3 de nuestras socias. A lo largo de la mañana algunas de las asociaciones de mujeres de la provincia comunicaron su experiencias y trabajos, y a lo largo de la tarde se realizaron diferentes talleres; nosotras participamos en dos con el título de "Empoderamiento y Liderazgo" y "Consejos Locales". El movimiento asociativo de mujeres en la provincia de Granada es en la actualidad muy importante, existen 300 asociaciones de las más diversas caractarísticas que aglutinan a cerca de 20.000 mujeres.
lunes, 31 de mayo de 2010
Voces Mediterráneas. IV Congreso Internacional de Mujeres en el Mediterráneo.
Algunas de nuestras socias han tenido el placer de asistir al IV Congreso Internacional Intercultural sobre las Mujeres en el Mediterráneo que ha tenido lugar en Granada durante los días 19,20 y 21 de Mayo de 2010. Desde aquí queremos felicitar a sus Directoras, a sus ponentes y a todas las personas que han colaborado de alguna forma en su desarrollo. Bajo el título "Mujer y Poder", este Congreso nos ha servido para hacer una seria reflexión sobre el estado de empoderamiento de las mujeres en el mundo, su pasado, su presente y las previsiones de futuro.
lunes, 17 de mayo de 2010
Entrevista a nuestra Socia de Honor: Rosario Bustos
ENTREVISTA A
ROSARIO BUSTOS PRADOS
Son apenas las 11:00 de la mañana cuando llego a la casa donde Rosario vive con su sobrina-nieta Mari. El recibimiento, muy cariñoso, no puede ser de otra manera, nuestras familias son conocidas desde siempre.
Me la encuentro leyendo un libro:”UNA HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL QUE NO VA AGUSTAR A NADIE”, de Pérez Reverte. -“siempre tiene un libro entre las manos”, me dice su sobrina. Su sonrisa revela que está complacida con mi presencia, aunque haya ido a pedirle que me cuente sus más dolorosos recuerdos. Se me acerca ansiosa por empezar, es de alta figura y cabello pelirrojo y, se mueve con una agilidad que no es normal para la larga vida vivida. Verla tan entera me provoca orgullo de ser mujer, aunque sé, que no todas hubiésemos sido tan fuertes ni tan valientes.
ENTREVISTADORA.- ¿Puedes decirme tu nombre completo?
ROSARIO.- Me llamo Rosario Bustos Prados.
ENTR.- ¿En qué año naciste?
ROS.- Nací en el 1.918.
ENTR.- ¿Cómo transcurrió tu infancia?
ROS.-Tuve una infancia buena y feliz, teníamos unas tierras que trabajaban mis hermanos y mi padre. No pasábamos hambre ni otro tipo de faltas porque la tierra nos daba para comer y vender algunos frutos con lo que sacábamos dinero para otras cosas.
ENTR.- ¿Cuántos hermanos erais?
ROS.- Cuatro hermanos y una hermana
ENTR.- En la República ¿cómo se vivía?, ¿se notaba la libertad como ahora?
ROS.-En la República, la vida era normal ,tranquila, se vivía con libertad, había maestros/as que daban clases, existían los partidos políticos y los sindicatos, Había una “Casa del Pueblo” que estaba donde ahora está el depósito del agua y allí se reunían tanto hombres como algunas mujeres.
ENTR.- ¿Qué edad tenías cuando estalló la guerra?
ROS.- Tenía 16 años
ENTR.- ¿Qué sensaciones tuviste ante este acontecimiento?
ROS.- Miedo, tristeza, sufrimiento y humillación.
ENTR.- ¿qué tuvisteis que hacer cuando estalló la guerra?
ROS.- La guerra estalló, pero en Salobreña aguantó la República siete meses. Cuando entraron los nacionales aquí, mi madre y yo nos fuimos en la “desbanda” con lo poco que pudimos coger, mientras mis hermanos estaban luchando en el frente, y mi pobre hermana se quedó aquí con sus dos hijos, su marido y embarazada casi para parir, con la mala suerte de que a mi cuñado se lo llevaron a la cárcel sin saber por qué, ya que él no estaba metido en política, y lo mataron al otro día de nacer su niña, niña que no pudo conocer. Mi hermana se quedó sola, aquí, sin nadie de su familia, ya que todos estábamos fuera sin poder volver a por ella y repudiada de todos, pasando hambre y penurias. Nadie la miraba porque su familia era “roja”.
Mi madre y yo llegamos a Almería entre bombas y muertos por todos sitios, y al final nos fuimos a Guadix que estaba tomada por los Republicanos.
ENTR.- ¿Cómo vivisteis en Guadix?
ROS.- En Guadix vivíamos todo lo bien que se podía vivir, sin saber de tu familia apenas nada, preocupados por tus hermanos ,y por tu hermana, nosotras (mi madre y yo) no nos faltaba la comida ya que mis hermanos nos mandaban su paga de soldados, pero mi hermana y mis sobrinos apenas comían , imagínate como nos sentíamos .
ENTR.-Termina la guerra, ¿qué pasa después?
ROS.- La guerra fue horrible, pero nada que ver con lo que aún nos quedaba que pasar. Volvimos mi madre y yo, y mis hermanos, uno se fue a Francia, otro se fue a Guadix y otros dos se los llevaron a unos campos de concentración donde estuvieron 9 años, ellos también tienen para contar penas. A mí, tan pronto como llegamos, me llevaron presa con muchas mujeres y hombres del pueblo, primero nos tuvieron en el ayuntamiento, donde a las mujeres mayores que yo, les dieron una buena paliza, y después nos mandaron en un camión metidos como marranos hacia Granada, allí nos esperaba un consejo de guerra.
ENTR.- ¿Recuerdas quienes ibais en ese camión?
ROS.-Íbamos hombres y mujeres custodiados por la Guardia Civil, entre ellos recuerdo a Emilio Fonda, Juan Aneas Torres, Antonio Jiménez, Paco Rodríguez, Antonio Bustos(mi hermano),Aurora González Haro ,María Rodríguez Béjar ,Teresa Llanas, Josefa Rufino Espín y su hermana Rosario, Concha Cano, Josefa Estévez Medina y su hija Carmen Noguera Estévez. Llenos de miedo temiéndonos lo peor llegamos a Granada.
ENTR.- ¿Qué pasó en Granada?
ROS.- Allí nos metieron en la cárcel hasta que nos hicieron el “Consejo de Guerra”.
Este juicio fue una farsa, todos salimos inculpados.
ENTR.- ¿De qué te acusaron a ti?
ROS.- El juicio fue en conjunto, nos metieron a todos en una sala y nos acusaron a todos de lo mismo. Me acusaron de incendiar la iglesia y dañar a los curas y robar a las personas de orden, toda mentira me llevaron a la cárcel por ser roja. Estábamos todos muertos de miedo, a unas las mandaron a otras cárceles del país, otros directamente fusilados en el paredón y a mí me mandaron a la cárcel con dos penas de muerte, a la espera de que se ejecutara la sentencia. Pero la vida es así, estuve en la cárcel cuatro años en la que pasé muchas penas, pero también aprendí muchas cosas, como éste Poema:
Silencio en la cárcel, ya todo está en calma
Un ruido se oye de un motor que avanza,
Un coche que trae fascistas canallas
Que vienen por hombres que matan mañanas
A regar con sangre el pie de la tapia
Viene la falange, suben las brigadas
Y unos los despiertan, dándole patadas
Miran a la lista y si alguno falta
Cogen a cualquiera ¿qué más le daba
si eran inocentes o era por venganza?
En las carreteras y en Víznar los matan
Y en los cementerios millares se atan
Hombres y mujeres que dieron su vida
Por salvar España de un yugo fascista
¡Salud compañeros! ¡Salud y venganza!
ENTR.- Pero al final no cumplieron tu condena, ¿qué pasó?
ROS.- Pues pasó que alguien me vio allí, en la cárcel y se lo contó a mi hermana, y ella movió lo que tuvo que mover y por ser menor de edad me pasaron a un correccional de monjas, se llamaba “Casa asilo de la Santísima Trinidad”. Allí lo pasé mal, por qué las monjas no eran precisamente “santas”, más bien lo contrario, pero aguanté y me dediqué al trabajo que me mandaron hacer, que era estar en el ropero cosiendo ropa, hasta que por fin mi hermana consiguió convencerlas para que me dejaran bajo su custodia cuidando de mi como tutora y haciéndose responsable de que no me metiera en ningún lío.
ENTR.- Entonces las cosas salieron bastante mejor de lo que las tenías en principio…..
ROS.- La verdad es que si, porque de que me mataran a volver viva, es un buen cambio. Al fin volví, pero todo era diferente en Salobreña, nadie nos daba trabajo, ni un mendrugo de pan por ser rojas, me di cuenta de que nos moríamos de hambre y mis sobrinos igual, entonces pensé que me tenía que ir de Salobreña a buscarme la vida para mí y para mi hermana y sobrinos. Tenía un problema, no tenía ni un real para poder irme a Barcelona, ¿cómo lo haría?, no había forma. Pero ocurrió algo que creo que tiene que ver con mi destino en esta vida, y fue que una paisana de Salobreña mandó desde Mallorca el dinero y el pasaje para una persona de aquí, con el fin de irse a trabajar allí “sirviendo” en una casa de ricos, trabajo que ya le tenía apalabrado. Resulta que ésta mujer que tenía que recibir el dinero, el día antes se había ido con su novio, y su madre que me había escuchado decir que me quería ir a trabajar fuera, vino a mi casa y me dio el dinero y el pasaje. No lo dudé, me fui a Mallorca sin conocer ni a la mujer que me tenía que recibir allí. Llegué y me puse a trabajar para unos “señores”, lo que ganaba lo mandaba casi todo para mi hermana y sus hijos, puesto que yo era sirvienta las 24 horas del día, no necesitaba apenas nada.
ENTR.-Bueno para aquel tiempo es bastante valiente tu hazaña, irte sola a otro lugar desconocido.
ROS.-Eso lo hace la necesidad y la desesperación y aguantar allí fue duro porque lo pasé bastante mal.
ENTR.- ¿Qué te hizo volver al pueblo?
ROS.- ¿Qué otra cosa puede ser?, mi hermana me avisó de que estaba enferma y que me necesitaba aquí, y sin pensarlo igual que me fui, volví. En principio solo vine para cuidarla y estar un tiempo con ella y sus hijos, pero al final me quedé para siempre, mi hermana murió y yo me encargué de mis sobrinos. Y aun estoy con la hija de mi sobrina, aunque ahora es ella la que me acompaña.
ENTR.-Rosario, ¿notas alguna diferencia entre la Iglesia de antes y la de ahora?
ROS.- No, yo no participo ni entro a formar parte de ésta estructura, pero me alegro que por fin el proletariado se halla dado cuenta de que la Iglesia no está con él.
ENTR.- Gracias por todo, de nombre de nuestra Asociación Hypatia.
ROS.- A vosotras, aquí estoy para lo que necesitéis.
España está llena de mujeres con vidas marcadas por el Golpe de Estado que hundió al país en la más profunda oscuridad. Nosotras, las más jóvenes, a las que aún nos llegan las historias de las atrocidades perpetradas en la guerra civil y en la posguerra, tenemos la OBLIGACIÓN de que este episodio tan desagradable no quede en el olvido. Rosario Bustos Prados es una mujer masacrada por el franquismo y la derecha impuesta a la fuerza, es de Salobreña y se le debe un reconocimiento ante la sociedad de este pueblo y de este país.
Rosario Martín Venegas
martes, 4 de mayo de 2010
Fotos de la presentación de la revista
lunes, 26 de abril de 2010
Presentación del nº 2 de la revista SALHIPATIA
La Asociación de Mujeres Progresistas Hipatia, y en su nombre la presidenta Teresa Martín Venegas, tiene el gusto de invitaros a la presentación del nº 2 de la revista de nuestra Asociación que tendrá lugar el próximo 29 de Abril, a las 19 horas en el salón de actos de la Biblioteca municipal de Salobreña.
AGORAFÍLICOS Y AGORAFÓBICOS
Sobre la película Ágora de Alejandro Amenabar se ha dicho últimamente casi todo y casi todo bueno, una sin par reflexión sobre el papel de una mujer, Hipatia, en el ocaso de una civilización. Todas las componentes de nuestra asociación “Hipatia” felicitamos a Amenabar y nos congratulamos por haber elegido su nombre a modo de reconocimiento cuando, al cabo de la calle, casi nadie conocía su histórica existencia.
Sin embargo, es muy probable que a pesar de la exitosa difusión del peliculón de Amenabar, muchas y muchos de ustedes desconozcan que la palabra “ágora” significa en griego mercado. Se trataba, sin duda de un espacio público tan familiar en nuestra cultura como “la plaza”, que en el ámbito de las “polis” griegas, ciudades-estado, adquiría una importancia vital desde el punto de vista social. Como centro neurálgico de la cultura, la política y la economía, en el ágora los ciudadanos griegos hacían sus asambleas, sus negocios, resolvían sus conflictos, concebían sus leyes, discutían y gestaban sus modelos y patrones de conducta, comunicaban sus ideas, generaban sus creencias, inventaban ideales… en resumidas cuentas proyectaban su mundo. Cuestiones todas éstas tan decisivas que vienen a formar parte de lo que son las consustanciales habilidades que nos definen como seres humanos.
Ser ciudadano entrañaba la pertenencia como miembro de pleno derecho de una comunidad política y dicha condición conllevaba, como en la actualidad, una serie de derechos y de obligaciones. Pero, ¿quiénes eran “ciudadanos” en las polis griegas?
En la famosa democracia ateniense, madre, germen e inicial modelo de todas las democracias occidentales, sólo eran considerados ciudadanos los varones que tuvieran propiedades y la capacidad y los posibles para defender la ciudad. Los esclavos, los extranjeros y las mujeres, obviamente, no eran, por tanto, considerados ciudadanos y consecuentemente se veían privados del derecho a cualquier forma de participación en la vida política.
El concepto de ciudadanía, al igual que muchos otros, por supuesto, ha cambiado a lo largo de la historia occidental y ha ido haciéndose cada vez menos excluyente. El respeto a conceptos tan importantes dentro de nuestra sociedad como el de “bien común”, “justicia”, “equidad”, “solidaridad”, “bienestar social”, entre otros, nos han ido situando en la tesitura histórica de considerar tanto más democrática a una sociedad cuanto más incluyente, es decir, cuantas más personas de las que viven en ella son considerados ciudadanos plenos. En las democracias actuales normalmente tienen la condición de ciudadanos todos los hombres y mujeres mayores de edad y dicha condición es esencialmente importante para la constitución y el desarrollo del individuo como persona. “El ser humano es un animal político”, sentenció Aristóteles, un animal cuya esencia se define y se construye en lo social, interactuando y cooperando con otros seres humanos.
¿Es de extrañar, por tanto, que dentro del objetivo de formar personas, referente principal de cualquier sistema educativo, educar para la ciudadanía sea intrínsecamente necesario?, que digo necesario, ¿habría que decir más bien, inevitable?
Según establece el Real Decreto 1631/2006 por el que fue aprobada la Ley Orgánica de la Educación, la Educación para la Ciudadania y los Derechos Humanos consiste en la enseñanza de los valores democráticos y constitucionales y se define textualmente de la siguiente manera:
“La Educación para la Ciudadanía tiene como objetivo favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable”.
Pues bien, por incomprensible que nos parezca al hilo de tan loables propósitos, esta asignatura, que ha sido diseñada para impartirse a lo largo de la Educación Secundaria, y cuyo objetivo cumple con una recomendación del mismísimo Consejo de Europa, ha levantado una fuerte polémica social en nuestro país.
Como para demostrar una vez más que los polos opuestos se atraen, la cuestión ha sido avivada por una oposición liderada conjuntamente tanto por los sectores más conservadores desde el punto de vista político y religioso, como por algunos sectores de la izquierda anarquista de nuestra sociedad. El asunto ha tomado tal envergadura que la pelotera ha llegado a los más altos tribunales de justicia de la nación.
El contenido se ha llevado por el sector conservador al terreno de lo religioso, la moral y la ética y por algunos sectores de la izquierda al de lo puramente ideológico. Nos movemos, pues, en un terreno cenagoso en el que se argumenta que el Estado (ámbito de lo público) está interfiriendo en lo que es y debe seguir siendo privado.
Desde el sector conservador se argumenta que sobre el Estado recae la sospecha de utilizar los contenidos de la asignatura para conducir al alumnado, por el camino del adoctrinamiento, a la depravación moral y al ateísmo; desde la izquierda radical, a la apología de una decadente democracia parlamentaria. Por circunstancias de todos conocidas que tienen que ver con las cotas de participación social, política y periodística, es el sector conservador, tanto político como religioso, el que está liderando esta encarnecida batalla.
La cosa tiene su miga, ¡quien diría que enseñar a ser ciudadano, a dilucidar y saber moverse en lo público podría ser tan inconveniente!, en cualquier caso ¿dónde reside el inconveniente? Y, sobre todo, ¿para quién resulta esto inconveniente?
Nadie puede discutir que la moral y la religión son asuntos privados. Pero la política es un asunto público y la educación de los ciudadanos un deber del Estado. Quienes confunden la educación con el adoctrinamiento deben estar acostumbrados a aplicar unos modelos pedagógicos muy determinados, no me cabe duda. Muchos de nosotros, los que ya tenemos una cierta edad y nos han “educado” en tales “modelos”, aún sufrimos sus castrantes efectos psicológicos.
Sin embargo, es muy probable que a pesar de la exitosa difusión del peliculón de Amenabar, muchas y muchos de ustedes desconozcan que la palabra “ágora” significa en griego mercado. Se trataba, sin duda de un espacio público tan familiar en nuestra cultura como “la plaza”, que en el ámbito de las “polis” griegas, ciudades-estado, adquiría una importancia vital desde el punto de vista social. Como centro neurálgico de la cultura, la política y la economía, en el ágora los ciudadanos griegos hacían sus asambleas, sus negocios, resolvían sus conflictos, concebían sus leyes, discutían y gestaban sus modelos y patrones de conducta, comunicaban sus ideas, generaban sus creencias, inventaban ideales… en resumidas cuentas proyectaban su mundo. Cuestiones todas éstas tan decisivas que vienen a formar parte de lo que son las consustanciales habilidades que nos definen como seres humanos.
Ser ciudadano entrañaba la pertenencia como miembro de pleno derecho de una comunidad política y dicha condición conllevaba, como en la actualidad, una serie de derechos y de obligaciones. Pero, ¿quiénes eran “ciudadanos” en las polis griegas?
En la famosa democracia ateniense, madre, germen e inicial modelo de todas las democracias occidentales, sólo eran considerados ciudadanos los varones que tuvieran propiedades y la capacidad y los posibles para defender la ciudad. Los esclavos, los extranjeros y las mujeres, obviamente, no eran, por tanto, considerados ciudadanos y consecuentemente se veían privados del derecho a cualquier forma de participación en la vida política.
El concepto de ciudadanía, al igual que muchos otros, por supuesto, ha cambiado a lo largo de la historia occidental y ha ido haciéndose cada vez menos excluyente. El respeto a conceptos tan importantes dentro de nuestra sociedad como el de “bien común”, “justicia”, “equidad”, “solidaridad”, “bienestar social”, entre otros, nos han ido situando en la tesitura histórica de considerar tanto más democrática a una sociedad cuanto más incluyente, es decir, cuantas más personas de las que viven en ella son considerados ciudadanos plenos. En las democracias actuales normalmente tienen la condición de ciudadanos todos los hombres y mujeres mayores de edad y dicha condición es esencialmente importante para la constitución y el desarrollo del individuo como persona. “El ser humano es un animal político”, sentenció Aristóteles, un animal cuya esencia se define y se construye en lo social, interactuando y cooperando con otros seres humanos.
¿Es de extrañar, por tanto, que dentro del objetivo de formar personas, referente principal de cualquier sistema educativo, educar para la ciudadanía sea intrínsecamente necesario?, que digo necesario, ¿habría que decir más bien, inevitable?
Según establece el Real Decreto 1631/2006 por el que fue aprobada la Ley Orgánica de la Educación, la Educación para la Ciudadania y los Derechos Humanos consiste en la enseñanza de los valores democráticos y constitucionales y se define textualmente de la siguiente manera:
“La Educación para la Ciudadanía tiene como objetivo favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable”.
Pues bien, por incomprensible que nos parezca al hilo de tan loables propósitos, esta asignatura, que ha sido diseñada para impartirse a lo largo de la Educación Secundaria, y cuyo objetivo cumple con una recomendación del mismísimo Consejo de Europa, ha levantado una fuerte polémica social en nuestro país.
Como para demostrar una vez más que los polos opuestos se atraen, la cuestión ha sido avivada por una oposición liderada conjuntamente tanto por los sectores más conservadores desde el punto de vista político y religioso, como por algunos sectores de la izquierda anarquista de nuestra sociedad. El asunto ha tomado tal envergadura que la pelotera ha llegado a los más altos tribunales de justicia de la nación.
El contenido se ha llevado por el sector conservador al terreno de lo religioso, la moral y la ética y por algunos sectores de la izquierda al de lo puramente ideológico. Nos movemos, pues, en un terreno cenagoso en el que se argumenta que el Estado (ámbito de lo público) está interfiriendo en lo que es y debe seguir siendo privado.
Desde el sector conservador se argumenta que sobre el Estado recae la sospecha de utilizar los contenidos de la asignatura para conducir al alumnado, por el camino del adoctrinamiento, a la depravación moral y al ateísmo; desde la izquierda radical, a la apología de una decadente democracia parlamentaria. Por circunstancias de todos conocidas que tienen que ver con las cotas de participación social, política y periodística, es el sector conservador, tanto político como religioso, el que está liderando esta encarnecida batalla.
La cosa tiene su miga, ¡quien diría que enseñar a ser ciudadano, a dilucidar y saber moverse en lo público podría ser tan inconveniente!, en cualquier caso ¿dónde reside el inconveniente? Y, sobre todo, ¿para quién resulta esto inconveniente?
Nadie puede discutir que la moral y la religión son asuntos privados. Pero la política es un asunto público y la educación de los ciudadanos un deber del Estado. Quienes confunden la educación con el adoctrinamiento deben estar acostumbrados a aplicar unos modelos pedagógicos muy determinados, no me cabe duda. Muchos de nosotros, los que ya tenemos una cierta edad y nos han “educado” en tales “modelos”, aún sufrimos sus castrantes efectos psicológicos.
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